4 antivalores que enseñamos cuando decimos «No se lo digas a tu madre»

No se lo digas a mama
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German Espinosa Guilbauth

Alguna vez ha hecho algo que le ha querido ocultar a tu esposa y le has dicho a sus hijos «No le digan a su madre». Quizás muchos de nosotros hemos estado en esa situación alguna vez, ese momento tonto pero especial con sus hijos, cuando se come ese dulce que no debía, cuando se desvela jugando videos o tal vez cuando usted y los niños han planeando una sorpresa especial para mamá. Cosas divertidas que producen grandes recuerdos.

Pero cuando usamos esas palabras para cubrir nuestras propias huellas o cuando hemos cruzado una línea que no debíamos cruzar, en realidad dañamos a nuestros hijos e hijas al enseñarles las lecciones equivocadas. Haga una pausa y piense en cuáles podrían ser los resultados a largo plazo si seguimos con este comportamiento. Aquí hay 4 cosas malas que les enseñamos a nuestros hijos cuando decimos «no le digas a tu madre»:

1. Mentir está bien.

Mentir es construir una falsa sensación de seguridad que nos obliga a seguir haciéndolo para que no nos descubran. Encubrir la verdad es lo mismo que mentir. Esperamos que nuestros hijos no mientan, entonces, ¿por qué no mantenemos el mismo estándar? Como padres, somos responsables de establecer el estándar en la vida de nuestros hijos, la forma en que queremos que vivan. Admitir nuestras faltas y decir la verdad puede tener repercusiones incómodas, pero también puede crear un carácter fuerte y honorable. Cuando dejamos de mentir y en su lugar decimos la verdad, brindamos a nuestros hijos esperanza y confianza para que ellos hagan lo mismo.

2. Podemos manipular a otros para protegernos.

Cuando decimos “no le digas a mamá” a nuestros hijos, los estamos manipulando. Estamos abusando de nuestra autoridad como padres para conseguir algo que queremos. Nos aprovechamos de su inocencia. Sin darse cuenta de nuestro egoísmo, los niños lo aceptan porque papá lo dijo. Esto también transmite un mensaje de que, si no obedecen, puede haber consecuencias. A los niños se les enseña que este tipo de acción, si se realiza hábilmente, puede servir a los propósitos de uno. De esta forma los estamos preparando para seguir un ejemplo incorrecto como adultos.

3. La autoridad de mamá es condicional.

Cuando uno de los padres socava la autoridad del otro, provoca el caos en el hogar. Este tipo de comportamiento no solo enfrenta a los niños con los padres, sino que también divide a los papás y las mamás. Una de las principales responsabilidades de un padre es enseñar a sus hijos a honrar y respetar a su madre. Permitir que los niños se salgan con la suya con algo que mamá claramente ha prohibido les enseña a faltarle el respeto y que cuando ella no está cerca, se aplican reglas diferentes. Nada de esto es aceptable.

4. Valoras tu propia comodidad por encima de la de tu hijo.

En múltiples ocasiones les he dicho a mis hijos que, si alguna vez meten la pata, preferiría escucharlo de ellos inmediatamente que enterarme más tarde por otra persona. Les prometí que, aunque probablemente voy a estar decepcionado, el castigo será mucho menor si ellos reconocen su error y asumen la responsabilidad. Este mismo principio debería aplicarse a nosotros como padres. Cuando los padres somos modelos de responsabilidad, honestidad y liderazgo, preparamos a nuestros hijos para el éxito en el colegio, en sus relaciones y eventualmente, en sus carreras profesionales.

¿Cómo te va siendo honesto con tu familia?

¡Compartelo con otros padres!

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